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Si, ahora el valle de Toscar (municipio de Alfara de Carles), de salvaje naturaleza mediterránea, lleno de barrancos y fuentes de agua y enmarcado por los montes dels Ports, parece estar en los confines del mundo. No así en los siglos XVIII y XIX porque entonces fue un interesante enclave industrial. No obstante, ya con anterioridad, en este lugar la presencia humana era continua, sobre todo de campesinos o leñadores; ademas, subiendo los montes por aquí pasaba un camino ancestral hacia los pueblos del bajo Aragón. Relacionado con el camino al que controlaba, había otro foco de vida asentado sobre un promontorio en el medio del valle: allí se encontraba el castillo alto medieval de Carles, rodeado de un poblado, hoy todo en ruinas, excepto la ermita románica de Sant Julià.

Valletta: Querida muralla de Morella, soy la muralla de Valletta, no te conozco personalmente, tampoco es posible, dada mi –nuestra- inmovilidad material, pero Vera, que te quiere mucho, me contó cosas sobre ti, sobre tu importancia histórica, etc. y así aunque lejana, me pareces muy cercana. Por lo visto ahora padeces algunos males y te sometes a obras de urgencias. Lo siento, ayudarte, lo que es ayudar, no puedo –para esto tenemos los humanos- pero las inconmensurables orejas pétreas de mis bastiones te prestan todo el oído que desees.

F. 1. 2. Orejas pétreas de los bastiones de acceso a la Valletta

El 17 de mayo de 1865 se fundó en París la Unión Internacional de Telégrafos; en memoria de este evento se eligió el día 17 de mayo como Día mundial de telecomunicaciones. En este año 1865 ya existía el telégrafo eléctrico, pero éste convivió en España todavía durante algunos años más con una extensa red de torres de telegrafía óptica. Precisamente dos de estas torres, situadas en la sierra de Ordal, fueron las protagonistas de la actividad conmemorativa Subirats Optica’t el domingo 19. 5. 2013.

1. emplazamiento de torre nº 58  2. estructura de parte de muros de N-340  3. torre nº 58 en vecindad de la vieja canterra 4. flores en el camino hacia la torre

La primera de las torres, la de Ordal y nº 58 de la red, sigue de pie aunque despojada de los forjados y con algunos desperfectos en sus muros, solidamente construidos hace mas de 150 años. Esta torre, en su destacado emplazamiento bien visible desde la carretera N-340 en su paso por el port de Ordal, desafía la expansión de dos canteras: una, la más antigua, de dimensiones reducidas, ya abandonada y casi romántica, está a escasos metros del paramento sur; la segunda, desmesurada y depredadora del paisaje, está en pleno funcionamiento cercana al paramento norte. A unos 10 km al oeste de la torre de Ordal, semiocultos en la maleza, se ubican unos restos de la base pétrea de la segunda torre, nº 57 llamada la Guardia de San Pau d’Ordal.

  

Torre nº 58: 5. paramento norte 6. paramento interior oest 7. paramento interior nord

Respecto a la actividad de conmemoración, entretenida e instructiva al mismo tiempo, consistía en conseguir una telecomunicación óptica entre las dos torres y esto después de más de 150 años de inactividad. Apunto que la tarde del sábado los participantes teníamos la posibilidad de adquirir los suficientes saberes para la excursión del dia siguiente sobre la telegrafía óptica, ya que el profesor de UPC Jesús Sánchez Miñana, ha dado una interesante conferència sobre el tema en Ateneu de Ordal. El domingo se formaron dos grupos delante de Ateneu y se dirigieron, guiados por expertos en la materia, cada uno a las correspondientes torres: con coche a la nº 57 y caminando a la nº 58. Yo estaba en el grupo de caminantes y así pude disfrutar de las sorprendentes vistas a la sierra de Ordal, de su rica flora, conocer un viejo y enorme horno de cal y la estructura de muros originales de la antigua carretera N-340, con sus diversos puentes y contrafuertes, entre otros. Una vez situado un grupo al pie de la torre de Ordal y el otro -dado la exuberante vegetación- cerca de la base de la torre de Guardia, comenzó la telecomunicación. Evidentemente se utilizó un sistema diferente, mas sencillo que el original, pero lo importante fue que la comunicación, para la alegría de todos, ¡funcionó!: se llegaron a descifrar algunas señales.

8. grupo a pie de la torre nº 58

Con este escrito desearía transmitir mis deseos – y posiblemente que de todos los participantes- que esta vivencia tan agradable, fácil de compartir y apta para todas las edades la pudiera experimentar un público más amplio. Esta claro, que no es viable ni necesario rehacer hoy día toda la red de esta paleocomunicación, lo importante es que se pongan en condiciones, o sea se restauren, al menos dos torres contiguas: las de Ordal u otras. Aquí resalto que todas están catalogadas como Bien Cultural de Interès Nacional (BCIN) y están ubicadas en paisajes destacados. Caminando y visitando las torres uno se divierte con la telecomunicación, observa la flora y fauna o geología del lugar; en fin despierta los sentidos un poco atrofiados por las telecomunicaciones modernas y/o las nuevas tecnologías. Es evidente que personas particulares ya se esfuerzan en divulgar este patrimonio, ahora tan solo faltaría poner un poco de empeño por parte de las administraciones públicas para que estas admirables torres vuelvan a tener su utilidad perdida e integrarse así en la oferta turística de sus municipios.

 Aquí encuentran otras interesantes palecomunicaciones:

http://paleomedios.wikispaces.com/

http://tuspalomas.blogspot.com.es/

El nombre de casillas lo recibían oficialmente unas pequeñas casas construidas -al mismo tiempo que el ferrocarril- junto a las vías del tren a la segunda mitad del siglo XIX. Estas casillas tipificadas eran unos perfectos hogares de reducidas dimensiones, habitadas por casilleros y su familia. La tarea de estos casilleros era la del mantenimiento de un determinado tramo de vía férrea.

  

F.1 Estacion de Garcia                                                                                                    

F.2 Casilla entre Borges del Camp y Botarell                                                                         F.3, 4 Interior de la casilla de F.2

El párrafo anterior sirve de introducción a los pensamientos que me invaden desde hace un año en mis viajes de tren de Borges del Camp a Ascó. Este bello tramo, perteneciente al trayecto de Barcelona a Madrid, contiene un paisaje muy montañoso y accidentado. Así, pasada la estación de Botarell, la línea gana en altura y al salir del largo túnel – la mina, como se decía en el pasado- de Argentera, se alcanza el punto más alto de este trayecto; después, desde la estación de Pradell, sin darse uno demasiada cuenta, el terreno baja hasta la llanura del Ebro, prácticamente la única excepción de los parajes abruptos del viaje: aquí se sitúa la bien cuidada estación de primer orden, Mora la Nueva. Pasada ya la abandonada estación de García, la línea corre acompañada por el Ebro adentrándose en el paisaje salvaje y rocoso de Pas d’Ase.

F.5 Casilla del Pas d’Ase
F.6 Casilla cerca de Falset
F.7, 8 Casilla entre Botarell y Duesaigües y su interior

F.9, 10 La sufrida casilla antes de llegar a Ascó

F.11, 12 La casilla despues de llegar a Ascó

F.13, 14 Casilla junto al viaducto de Duesaigües

Dado el complejo relieve del recorrido, éste está sembrado de túneles, con un que otro espectacular viaducto, con puentes y kilómetros de taludes consolidados con muros ciclópeos. Las vías están acompañadas de antiguos y harmoniosos edificios de estaciones y de numerosas edificaciones auxiliares, entre ellas las casillas del tren. Todo el conjunto de esta arquitectura industrial está diseñado por diversos ingenieros en perfecta sintonía con la naturaleza. Quizá esta sintonía no entraba entre los propósitos o intensiones destacables de los constructores, no obstante, la integración de la obra humana en la naturaleza es perfecta.

F.15, 16 Casilla  entre Mora la Nova y Garcia, rodeada de huerto, arboles frutales y rosales

Con el paso del tiempo la modernización del mantenimiento hizo innecesaria la estancia de los casilleros en las casillas; éstas, una vez desaparecido su uso y abandonadas por sus habitantes, comenzaron su imparable decadencia como viviendas. Es una pena, porque estas casillas -que no paran de atraerme quizás por el recuerdo de las casitas de muñecas con las que soñé de pequeña- están hechas, aparte de los ladrillos, de piedra o mortero, de muchos acontecimientos, que vivieron sus pretéritos moradores (como, por otra parte, todo lo construido por el hombre). Mirando por la ventana del tren y viendo pasar estas casillas solitarias, con sus tejados despeinados, ventanas rotas y las entradas sin puertas, pienso que en una de ellas podría haber vivido y jugado la niña del cuento de libro viejo de mi amiga Nuria:

En una casilla del tren vivía una niña con su padre casillero. La noche de Navidad el padre tenia que salir y la niña se quedó sola, adornando el árbol de navidad. De repente oyó un fuerte estruendo, se asustó y salió corriendo de la salita a ver que pasaba. Cual fue su susto cuando, pasado el túnel cercano, vio una gran piedra desprendida de la montaña y caída sobre la vía. La niña sabia que a esta hora, pronto debería pasar un tren; pensó y pensó que hacer y recordó que su padre le decía, que si hay un obstáculo en la vía, debe hacerse una señal luminosa unos 400 m ante de este, para que el tren tenga tiempo de frenar. No se lo pensó dos veces, corrió a su casa, cogió su árbol de navidad, lo coloco en la vía y le prendió fuego justo al tiempo para avisar el tren que se paró sin ningún percance. Al ver los pasajeros el peligro que corrieron y cómo la valiente niña les salvo, se alegraron mucho, la abrazaron y el maquinista le regaló un bello abeto para que lo adornase en su casita. Pronto regresó también el padre que trajo a su hijita un corderito como regalo.

Las casillas nos transportan, como el resto de las construcciones ferroviarias -todas ellas de alta cualidad compositiva y constructiva- a los orígenes de la línea del tren. Por suerte muchas de estas construcciones cumplen sus funciones igualmente que en aquel tiempo remoto. Pero otras ya han perdido el uso como la bella y abandonada estación de García y como casi todas las casillas que ahora estan sumergidas, en el total olvido, en sus recuerdos. En mis viajes siempre pongo atención entre las estaciones de Mora y García para ver una casilla alegre: está bien pintada y cuidada, rodeada de flores, árboles frutales, con un emparrado a la entrada y –que es importante- debidamente vallada hacia la vía del tren; o sea la casilla vive porque está habitada, aunque sea temporalmente, a diferencia de sus muchas hermanas tristes por estar abandonadas. Esta casilla es un ejemplo de que su tipología de pequeña vivienda sigue válida. Aquí me gustaría apuntar que es verdad que cada generación humana vivía la degradación y desaparición de construcciones de la época anterior, pero a diferencia del presente, siempre existieron suficientes artesanos que construyeron nuevos edificios a conciencia, por así decirlo, para que durasen una eternidad. Por esto seria bueno mantener las sólidamente construidas casillas con vida, dándoles un nuevo uso, ya sea como vivienda temporal, refugio de excursionistas o alojamiento rural.

F.17 Una paloma blanca de la casilla alegre

Evidentemente estas casillas no son unas arquitecturas trascendentales, pero son bien proporcionadas y simpáticas, sería una lástima que desapareciesen; mas bonito seria ver las un día todas alegres.

Entre10-13 de octubre de 2012 se celebró en el convento de Cristo en Tomar (Portugal) un encuentro internacional dedicado a los castillos de ordenes militares. Tuve el privilegio de encontrarme en este evento -de una exquisita organización y atención a los participantes- en el nutrido grupo de personas que exponían sus ponencias y comunicaciones relacionadas con el tema.

Aunque conocía este convento a través de la historia de arquitectura, fue ésta la primera vez que lo visite; como tantas veces anteriormente, se me confirmó el hecho de que para comprender la arquitectura – moderna o histórica- es necesario sentir su presencia. Esta vez las impresiones y emociones que me trasmitió el monumento fueron increíblemente positivas y enriquecedoras.

El convento, situado en una loma que domina la cuidad, es un conjunto monumental compuesto de numerosas edificaciones y patios, rodeado de murallas y construido a lo largo de muchos siglos. Aunque todos sus espacios, tanto construidos como libres, se complementan y entrelazan mutuamente en un marco equilibrado, hay dos arquitecturas que cortan la respiración: la primera es la octogonal iglesia charola, elevada en el siglo XII como oratorio de los Templarios e inspirada en el Santo Sepulcro de Jerusalén; la otra es el patio principal, construido en la segunda mitad del s. XVI, según las reglas establecidas por el Vignola, arquitecto del manierismo italiano.

Personalmente puedo asegurar que la armonía del ambiente construido del convento lo subrayan sus pavimentos de empedrado secular. Aunque no especialmente cómodos, son inseparables del entorno y hermosos por las huellas humanas impresas aquí; entre tanta belleza creada por los hombres del pasado, el paseo por estas piedras es una vivencia que simplemente eleva el espíritu.

La equilibrada convivencia de los distintos estilos arquitectónicos hace también reflexionar – como sombras que aparecen en el subconsciente- sobre la mayoría de intervenciones actuales en los monumentos. Es evidente que no se puede seguir construyendo en piedra y con mortero de cal: los materiales y las técnicas constructivas evolucionan, pero ¡hay actualmente tantos campos de construcción donde diseñar y utilizarlos! ¿Porqué, entonces, en la restauración se emplean hierro corten, acero inoxidable y otros? Son los materiales y las técnicas tradicionales, su conocimiento y su aplicación la herramienta que nos ayuda a salvaguardar el sabor del pasado, la autenticidad del monumento y sentirnos bien en un espacio histórico reconstruido. Sí que es verdad, que en su momento las reformas o las nuevas edificaciones aquí en el convento, como en otros lugares, fueron rompedoras con el pasado. No obstante los constructores respetaron siempre determinados cánones, conocían los materiales a utilizar, insuflaban a las piedras inertes el espíritu y sentimiento humanos, y así este rompimiento es solo aparente, existe una sutil continuidad. Bueno, tampoco siempre les fue bien a los arquitectos, como muestra el coloso del convento de Mafra, también en Portugal, pero en este caso quizá prevaleció el poder y las ganas de gloria eterna del rey de turno sobre la sensatez del arquitecto.

En mi opinión, el diseño de la arquitectura actual y la restauración del patrimonio inmueble son dos campos de actuación diferentes y por eso, a la hora de trabajar, tanto los arquitectos como los promotores deberían tenerlo en cuenta.

La reciente publicación en un periódico checo de un artículo sobre la restauración de la casa solariega de la familia Gaudí de Riudoms me hizo reflexionar, como tantas veces, sobre el destino de las casas viejas vacias, muertas sin sus habitantes.

Česká architektka zrekonstruovala rodinný dům slavného Gaudího

Hasta la actualidad se sigue discutiendo si Antoni Gaudí nació en Riudoms, donde la familia paterna tenia la casa pairal y una casa de campo –un mas-, o en Reus donde la familia residía y tenia el taller de calderería. A pesar de que no está aclarado el lugar de su nacimiento, queda claro que la original creatividad del genial arquitecto se forjó con el contacto con el bello paisaje mediterráneo y, desde luego, observando el trabajo de su abuelo calderero en el taller situado en la planta baja de la ya centenaria casa pairal de Riudoms.

Hasta donde alcanza mi memoria me gustaban y atraían viejos castillos y por extensión murallas y fortificaciones. Así, comencé a estudiar la arquitectura ya con la idea de dedicarme a su restauración. Cuando por fin me pude dedicar a la restauración, que para mí más bien es una pasión, me tocaron estudiar edificios de distinta índole, todos muy interesantes. No obstante siguieron atrayéndome los destinados a la defensa y ataque, unas acciones en las que el hombre siempre empleaba al máximo su ingenio creativo: es lo que me subyuga. Entre los momentos más bonitos de mi vida destacan los que, sentada delante de unas ruinas me imagino –igual que mi padre-, como seria el edificio en su momento de esplendor; me invaden ganas de transformarme en el edificio y saber como era hace siglos cuando estaba habitado y en uso.

Una gran oportunidad para sumergirme en las murallas y fortificaciones fue el encargo de Generalitat de Cataluña en el año 2010 para elaborar el Plan director de las murallas de Tortosa. ¡Que grandeza de conjunto y cuantas incógnitas para investigar! En enero 2011 leí en la página Web del Instituto de Historia y Cultura Militar (Ministerio de Defensa), que en septiembre y octubre se organiza un curso de fortificación y poliorcética. No me lo pensé ni una sola vez para apuntarme, porque siempre es bueno profundizar en el conocimiento; además, en mi saber sobre la restauración me faltaba el punto de vista de los ingenieros militares y su visión sobre la arquitectura militar histórica. También tenía algunas incógnitas para resolver en el conjunto de Tortosa.

El curso se daba por las tardes, así que todas las mañanas me pude dedicar a investigar en el Archivo General Militar y en la biblioteca, ambos en el Instituto y muy bien atendidos. Puedo asegurar que después del curso –excursiones incluidas- y mis investigaciones se me aclararon muchos aspectos relacionados con el tema en cuestión y pude entender como eran en el pasado diversos elementos construidos, actualmente mutilados o en estado de ruina, tanto a nivel de fortificación de Tortosa como en general.

Por cierto, en la excursión a museo militar ubicado en el Alcázar de Toledo me impresiono la sala con colección de bombardas que es única de su género. Al entran, en seguida me vino a la mente la frase de franciscano F. Eiximenis referida a la bombarda y escrita en su Dotzè de Lo Crestià: ”… fa molt de soroll i espanta la gent…”. (hace mucho ruido y espanta la gente), es que no es para menos.

Plano del fortín de Tenassas (Tortosa) con la instalación de un pararrayo (IHCM). Firmado en el año 1903 por el ingeniero militar

Francecs Macià, futuro presidente de la Generalitat de Cataluña. Es uno de los planos que encontré y fue éste que me aclaró como funcionaba un pararrayo, obligado a poner en los polvorines a partir del año 1878. Actualmente en Tenassas existe solo la base de sillares y la tapa de toma de tierra.

En fin, para los que se dedican a la restauración de arquitectura militar, el curso y las dependencias de IHCM son, según mi experiencia, recomendables.

http://www.ejercito.mde.es/unidades/Madrid/ihycm/index.html

El envejecer es un proceso natural y evidentemente imparable, también en los edificios. Los castillos, monasterios, casas, construcciones de uso diverso y de permanencia secular, aunque muchas veces ya en estado de ruina, siguen manteniendo su dignidad por estar levantados con materiales y técnicas tradicionales, con topologías basadas en teorías y practicas largamente estudiadas y consensuadas.

Este no es el caso de la escuela-hogar de Morella, construida en el año 1994 y Premio nacional de arquitectura año 1995. Pasan los años y la escuela está envejeciendo, pero  es proceso muy rápido y triste, ayudado por su emplazamiento, los nuevos materiales y algunas soluciones constructivas que para Morella no son adecuadas.

F.1. Puerta de entrada metálica roja, retirada de la escuela poco despues de la inaguración

Se han escrito muchas alabanzas sobre la increíble integración de este edificio en el paisaje morellano. La afirmación nunca la entendí -al final de los años noventa de siglo pasado he escrito mi opinión sobre la escuela- sobre todo porque el edificio no se adaptó al terreno natural como los otros edificios del lugar que lo hacían durante siglos, sino que para situarlo en el solar, tuvieron que hacerse enormes desmontes: o sea cortar la hasta este momento intacta ladera y así también sus niveles freáticos. El resultado de este emplazamiento forzado, ideal según los autores del proyecto, es el cada vez más acentuado problema de acumulación de agua en determinados espacios interiores; es un problema permanente  que todavía no obtuvo una solución satisfactoria.

F.2. Conjunto de cubiertas con la lámina de impermeabilización

 

F.3. Detalle del deterioro de la cubierta original

F.4. Alfeizar de chapa metálica, añadido posterior para evitar la entrada de agua

Capitulo aparte es el envejecimiento del material moderno  envolvente de los exteriores – unas escamas de mortero armado prefabricado y pigmentado. Su deterioro se acentúa en el coronamiento de los muros, donde asoman tristemente las armaduras de las escamas recubridoras de la fabrica de muros.

 

F.5. F.6. Deterioro de ecamas de revestimiento en el coronamiento de muros

Las cubiertas estaban originalmente  revestidas con las escamas, de la misma manera que los paramentos verticales y sus coronamientos: una innovadora solución nunca vista en Morella. Este revestimiento no ha podido hacer frente mucho tiempo al clima, a veces muy áspero, de Morella. Así en el conjunto de las cubiertas se colocaron láminas impermeabilizantes negras, una chocante respuesta, tipo provisional, a las goteras generalizadas.

 

F.7. Arreglo posterior del canalón para dar salida correcta a agua

F.8. Envejecimiento revestimiento en un paramento vertical

A las cubiertas pertenece igualmente un patio, emplazado sobre una cubierta y con unos puntiagudos bancos, que en su día, estuvieron ordenadamente distribuidos sobre su superficie. Actualmente los bancos están retirados en un rincón y dadas las humedades en los espacios interiores, en el suelo del patio se colocaron unas capas de aislamiento que no tienen nada que ver con el aspecto original del patio.

F.9. Patio con nuevos aislamientos antihumedad y los bancos arrinconados

F.10. Aislamiento térmico posterior en una puerta de entrada

Del mismo modo que el triste y rápido envejecer  -o más-  se deben soportar los elevados costes de las reparaciones y mantenimiento que exige este premiado edificio. Parece ser que los aires de Morella, en vez de suavizar sus puntiagudas formas, las rechazan.

Cabe añadir que en Morella existe una vieja escuela, actualmente abandonada como edificio docente, que a pesar de sus mas de 100 años y lógico envejecimiento es un edificio digno de admiración y capaz, con ciertas adecuaciones, de seguir sirviendo a su uso original.

 

F.11. F.12. F.13. Escuela vieja de Morella